Todas las mañanas del mundo ... no regresan.

Gerard Depardieu paso por Lima hace pocos días y me hizo recordar una de mis escenas favoritas; el diálogo sobre la música que protagonizó como el famoso violoncelista francés Marin Marais (1656-1728) con el músico Jean de Sainte-Colombe (1640 -1700) en la película: Todas las mañanas del mundo.

¡Ah!.. -se lamenta Monsieur de Sainte-Colombe- … ¡Si hubiera al menos, alguien vivo que apreciara la música!

Todas las mañanas del mundo, dirigida por Alain Corneau (1991), con la actuación de Gérard Depardieu, está basada en la novela del francés Pascal Quignard y ambientada en el siglo XVII durante el reinado en Francia de Luis XIV; narra la historia del músico Sainte-Colombe célebre compositor que se refugia en la Viola de Gamba a la muerte de su esposa, y educa a su dos hijas en su arte.

Su renuncia al mundo y a la corte no lo libra de la tragedia. Un joven músico ambicioso llega para ser su discípulo y desata pasiones… que no les voy a contar para no estropearles la historia.

Gerard Depardieu (Marin Marais) vuelve a lo esencial y regresa para recibir una lección de quien toda la vida ha sido tributario y en el umbral de su muerte ve el espectro de su maestro quien le hace tocar la pieza que le recuerda el dolor que causó.

Puedo decir, que este filme es un homenaje a la música, un himno a la Viola de Gamba, un descubrimiento de Sainte-Colombe, y un ejercicio de maestría de Jordi Savall quien realizó la adaptación e interpretación.